La monja más anciana del mundo: Toda su vida amable y de buen humor

Inah Canabarro Lucas nació en el municipio de São Francisco de Assis, en el interior de Rio Grande do Sul, el 27 de mayo de 1908, y es la penúltima de siete hermanos.

Es sobrina nieta del general David Canabarro, uno de los principales líderes de la Revolución Farroupilha (1835-1845) en Rio Grande do Sul.

Cuando era niña, uno de sus hermanos le dijo a su madre que Inah podría estudiar en un convento de monjas de su pueblo. Inah preguntó entonces: «¿Qué son las monjas?». Su madre le contestó que eran mujeres que se dedicaban a rezar a Dios, a lo que ella contestó: «Voy a ser monja».

A lo largo de más de un siglo, ha vivido muchos cambios en el mundo y en la Iglesia. Vivió dos guerras mundiales y ha visto a diez pontífices. El año en que nació, la Iglesia Católica era pastoreada por San Pío X.

«La tía Inah era muy flaca y delgada desde niña», indicó a ACI Digital Kléber Canabarro Lucas, sobrino de la monja, de 83 años. Debido a su aspecto frágil, todos pensaban que no viviría mucho tiempo. «Por eso, ella lleva aquí 115 años y el resto de la clase se ha ido toda», agregó Lucas.

«La hermana Inah es nuestro pináculo en términos de religiosidad, fe, buena voluntad, una persona amable y de buen humor, ha sido así toda su vida. Ahora la pobre está decayendo con la edad», señaló. «Pero Dios la va a ayudar y va a cumplir 116, 117, vamos a 120, si Dios quiere», continuó el sobrino.

La religiosa de 115 años es alguien que lleva a todo el mundo en su corazón. No hace excepción de personas. Trata bien a todos, con cariño, ya sean pequeños, mayores o ancianos. “Es una persona que ama, ama de verdad», remarcó la hermana Teresinha.

Sor Inah fue profesora toda su vida. Enseñó portugués, matemáticas, ciencias, historia, arte y religión en colegios teresianos de Río de Janeiro, Itaqui y Santana do Livramento, ciudad que amaba porque fue donde pasó la mayor parte de su vida.

Según su sobrino, era una profesora «estricta, disciplinaria y cariñosa, que se ganaba a todo el mundo».

Además, la hermana Inah es una de las pocas monjas de su congregación que sigue vistiendo el hábito. Según las hermanas de su comunidad, desde el Concilio Vaticano II (1963-1965) el uso del hábito es libre; cada una puede elegir llevarlo o no. Como la anciana no es plenamente capaz de decidir, y siempre ha llevado el hábito, decidieron vestirla siempre con este porque es la forma en que siempre se ha visto a sí misma, como religiosa.