08 de julio de 2025

La Iglesia Católica —especialmente en Italia— recibió con profunda conmoción la noticia del fallecimiento del P. Matteo Balzano, un sacerdote de 35 años que se quitó la vida el sábado 5 de julio. La alarma se encendió cuando no acudió a celebrar la Misa del domingo. Poco después, sus compañeros encontraron sin vida al joven sacerdote en su residencia parroquial de Cannobio, en la región italiana del Piamonte, perteneciente a la Diócesis de Novara. En un emotivo mensaje, el P. Franco Giudice, Vicario Episcopal para el Clero y la Vida Consagrada de la Diócesis de Novara, recordó que “sólo el Señor, Aquel que escruta y conoce a cada uno de nosotros, sabe comprender los misterios más impenetrables del alma humana”. “Elevamos al Dios de la misericordia nuestras oraciones por Don Matteo, nuestro hermano en el sacerdocio, y expresamos nuestra cercanía humana, en este momento tan doloroso, a sus familiares y a toda la comunidad parroquial de Cannobio”, escribió. El P. Matteo nació el 3 de enero de 1990 en Borgomanero, situada en la región del Piamonte. Pertenecía a la parroquia de Grignasco y fue ordenado sacerdote el 10 de junio de 2017 por Mons. Franco Giulio Brambilla, Obispo de Novara.  Su ministerio sacerdotal lo vivió como vicario parroquial en la comunidad de Castelletto sopra Ticino, desde 2017 hasta principios de 2023. Tras un tiempo en el Santuario de Re, había retomado con entusiasmo su misión entre los jóvenes del oratorio de la parroquia de Cannobio, prestando también su servicio en el Valle Cannobina, según detalló la Diócesis de Novara.

“Nadie sabe el infierno que uno tiene dentro”

Una de las feligresas del P. Matteo, la italiana Maria Grazia, reveló en un testimonio recogido por el diario Il Secolo d’Italia que él mismo le aseguró, antes de quitarse la vida y al comentar una muerte de alguien cercano a la parroquia, que “nadie sabe el infierno que uno tiene dentro para llegar a un gesto extremo”. En la tarde del lunes 7 de julio se celebró una vigilia de oración en la colegiata de San Vittore de Cannobio. Este martes 8 de julio a las 10:30 (hora local), Mons. Franco Giulio Brambilla presidió el funeral. Después de la celebración, los restos mortales fueron trasladados a Grignasco y se le dio sepultura en la iglesia del cementerio.

El corazón humano de los sacerdotes

Este trágico suceso pone de manifiesto la urgente necesidad de brindar apoyo y acompañamiento a los sacerdotes, quienes a menudo cargan con grandes responsabilidades y desafíos, muchas veces en soledad.  Sobre esta vulnerabilidad —inseparable de su condición humana— reflexionó el P. Omar Buenaventura, sacerdote peruano ampliamente reconocido por su labor solidaria con los más necesitados. “Como cualquier hombre, siento, sufro, río, lloro, me angustio, me pongo triste y muchas, muchísimas veces siento que el peso sobre mis espaldas es demasiado grande y me va a aplastar”, escribió en su perfil de Facebook. El P. Omar recordó que “dentro de cada sacerdote hay un corazón humano, con sentimientos, alegrías, heridas, traumas e historias que poca gente conoce. Y cuando pasa esto, no puedo hacer otra cosa que pararme y preguntarme sobre mi propia vida”. “Es cierto, Dios es nuestra fuerza, pero somos de carne y hueso. Y frente a una situación tan dolorosa como esta no hay palabras. Solo fe”, agregó. Tras remarcar que Dios es su fortaleza, reconoció que también él necesita “ser abrazado, escuchado, sostenido, amado, perdonado y cuidado. Necesitamos que nos traten como hombres, no como máquinas. En serio, a veces el peso es enorme y sin Dios a mi también me aplastaría”.

“No somos los funcionarios del rito”

En esta línea, el P. Francisco Javier Bronchalo, sacerdote de la Diócesis de Getafe (España), reiteró que los sacerdotes “no son superhéroes” y que la vocación no quita el sufrimiento.  Explicó que “la soledad de los sacerdotes no es tanto física, sino emocional” y evidenció la necesidad de tener un acompañamiento. Afirmó además que “la indiferencia mata más que el odio” y lamentó que muchos presbíteros viven “en un clima de indiferencia, juicio y exigencia desmedida. Si cometemos un error nos señalan. Si acertamos nadie lo suele decir”. En este contexto, señaló que el suicidio “no es un caso aislado”, sino un síntoma que saca a la luz “comunidades que exigen mucho pero acompañan poco. Que reciben, pero no cuidan. Un síntoma de curas que callan el dolor por miedo o por vergüenza y que luego enferman y viven en un calvario”.Por ello, insistió en que es necesario “redescubrir la humanidad del sacerdote”: “No somos los funcionarios del rito. Somos hombres pobres con un alma frágil que hemos dejado todo y nos hemos ordenado llenos de ilusión. No necesitamos lástima sino verdad, oración, afecto, comunidad. Dios nos sostiene pero ninguno de nosotros estamos libres de una tragedia así”, agregó.

El suicidio no es un caso aislado

Un estudio publicado en 2020 reveló que al menos 7 sacerdotes se suicidaron en Francia en un periodo de cuatro años.  En el caso de Irlanda, según la Asociación de Sacerdotes Católicos, al menos 8 sacerdotes se quitaron la vida en los últimos 10 años. Otro ejemplo preocupante es Brasil, donde entre 2016 y 2023 se suicidaron 40 sacerdotes.  Estos hechos suelen asociarse con el exceso de trabajo y responsabilidades, la salud mental, la ansiedad, depresión, así como la cultura de autoexigencia y el clericalismo.