23 de octubre de 2025

Este viernes 24 de octubre se estrena en España la película “Los domingos”, ganadora del Festival de Cine de San Sebastián, que narra la vocación religiosa de una adolescente desde una perspectiva respetuosa y muy realista. Además de la Concha de Oro del festival, la película dirigida y guionizada por Alauda Ruiz de Azúa, ha sido reconocida por  la Asociación Católica mundial para la Comunicación con el Premio SIGNIS, que desde hace una década distingue a las obras cinematográficas que combinan el “mérito cinematográfico y una mirada humanista, abierta al diálogo”. La Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid, María Ángeles Almacellas, que es miembro del Círculo de escritores cinematográficos, directora del curso «El arte de ver películas» en la Universidad Politécnica de Madrid y directora de CinemaNet-Madrid, reconoce en esta obra “una extraordinaria calidad artística”. Para Almacellas, la joven protagonista, Ainara, que vive un proceso de discernimiento hacia la vida religiosa, “está aprendiendo con lágrimas que el ser humano es débil y que las pasiones humanas tienen mucha fuerza; aprende también que los tiempos de Dios no son los tiempos de los hombres, y que las palabras de Dios no suenan en la mente, sino que son un susurro en el corazón”. “No es una historia de buenos y malos, sino de seres humanos, unos abiertos a la experiencia de Dios, otros cerrados a cualquier cosa que trascienda al hombre, vistos con hondura y, sobre todo, vistos con ternura a través de la cámara de Alauda Ruiz de Azúa”, prosigue la especialista, quien valora el punto de vista de la directora: “Expone, pero no juzga. Esta es una labor que le corresponde al espectador”. “La vocación de clausura es quizás una de las expresiones más extremas de la búsqueda de un lugar en el mundo y pronto se me antojó como la excusa perfecta para cuestionar la familia como nuestro refugio natural”, describe la directora.  “Tanto ateos como agnósticos o creyentes, necesitamos creer en algo para continuar. Todos hacemos apuestas de fe. Todos apostamos por algo, nos comprometemos en diferentes relaciones sin ninguna prueba absoluta de que sea real. Se siente real y eso nos basta”, afirma en los materiales promocionales facilitados a la Prensa. Ruiz de Azúa confiesa que ha “intentado retratar este universo desde una perspectiva muy rigurosa, después de haber hecho una ardua investigación”, motivo por el cual la película retrata con acierto el proceso interior de la adolescente que se plantea la vocación religiosa y cómo  esta inquietud es acogida de diferentes maneras en la familia más cercana, los compañeros del colegio y en su círculo de amigos. Unos respetan mientras otros tratan de disuadir, incluso con mentiras. La trama también refleja las dudas interiores de la joven, quien no deja de ser una adolescente a la que le atraen algunas cosas del mundo y que cae en sus tentaciones como parte del proceso.  Aunque algunas escenas contienen un lenguaje crudo, propio de cierta juventud actual, el tono general de la película es respetuoso, sin estridencias, con una mirada pausada, analítica y abierta hacia el misterio religioso, específicamente católico.