Según el hermano Boaventura, los terroristas llegaron a Naquitengue a primera hora de la tarde y convocaron a toda la población. Luego procedieron a separar a los cristianos de los musulmanes, aparentemente en función de sus nombres y etnia. «Abrieron fuego contra los cristianos, acribillándoles a balazos», relata el misionero. El ataque fue reivindicado en un comunicado por un grupo local leal al autodenominado Estado Islámico. Los terroristas afirmaron haber matado a 11 cristianos, pero el número real de víctimas puede ser mayor, y también hay heridos graves.
El hermano Boaventura afirma que no es la primera vez que se aplica este método. El resultado ha sido el pánico generalizado en la zona. Los ataques se produjeron en un momento en que «muchas personas empezaban a regresar a sus comunidades», lo que provocó un aumento de «la tensión y la inseguridad». Debemos rezar por nuestros hermanos que tanto están sufriendo’, añadió el misionero.
Según el obispo de Pemba, monseñor António Juliasse, los atentados de Cabo Delgado y la vecina provincia de Niassa provocaron el desplazamiento interno de cerca de un millón de personas y el brutal asesinato de otras cinco mil.
