25 de julio de 2025
La Virgen de Guadalupe se apareció en tres ocasiones a San Juan Diego en el cerro del Tepeyac, al norte de la actual Ciudad de México, hace casi 500 años. Como prueba de ese acontecimiento se conserva hasta nuestros días la imagen aparecida milagrosamente en la tilma del santo que hoy se conserva en la Basílica de Santa María de Guadalupe. Y esa imagen lleva muchos símbolos, mensajes y detalles, estudiados a profundidad por el Instituto Superior de Estudios Guadalupanos (ISEG), dirigido por el P. Eduardo Chávez, Doctor en Historia de la Iglesia y postulador de la causa de canonización de San Juan Diego. Entre esos detalles se encuentra el pequeño zapato o zapatilla que usa Santa María de Guadalupe. En declaraciones a ACI Prensa, el P. Chávez, considerado el mayor experto en las apariciones de la Virgen de Guadalupe, explicó que “el conocimiento de la Santísima Virgen de Guadalupe se da por tres cosas, es la fuente primigenia como yo le llamo: una por la tradición oral, otra por los signos de los tiempos —la importancia de su aparición del 9 al 12 de diciembre de 1531—, y una tercera es por la imagen portentosa de Santa María de Guadalupe que presenta cosas realmente que están fuera de todo lo que pudiera provocar, hacer, realizar el ser humano”. “Es algo portentoso, es algo que trasciende tiempos y espacios”, subrayó. Esto, indicó, se puede observar al fijarse “en ese detalle de esa zapatilla que con ella la Virgen de Guadalupe está tocando el centro de la luna negra”. El P. Chávez resaltó que a la distancia el zapato de Santa María pareciera tener color dorado, pero en verdad “no tiene, no presenta ningún tipo de color”. “La zapatilla se ve a lo lejos como dorada pero es simplemente la tilma viva de Juan Diego”, dijo, recordando que el manto está hecho de ixtle, fibra del maguey, la misma planta de la que se obtiene el mezcal o el tequila. Esto fortalece el carácter sobrenatural de la imagen y descarta que se trate de una pintura. “Está uno delante de una imagen que no tiene preparación”, dice el P. Chávez. “Eso no es posible. Los pintores tenían que preparar siempre la tela donde se iba a pintar, sobre todo teniendo en cuenta que la tela tendría tantos agujeros, poros, rasgaduras, imperfecciones, costuras, así que era indispensable prepararla y prepararla bien para recibir los diferentes tipos de color”. Según recoge el sitio web del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH), un estudio encargado por el Cabildo del Santuario de Guadalupe a mediados del siglo XVIII a reconocidos pintores de la época “reveló que la imagen estaba realizada en cuatro técnicas jamás practicadas por nadie sobre una superficie y menos aún sobre una tela tan burda como un ayate: óleo, dorado, aguazo y labrado al temple”. El P. Chávez subraya precisamente que “son cuatro diferentes técnicas de pintura” las que se observan en la tilma “y la zapatilla que estamos analizando no tiene ni siquiera color, nada”. “Parecería que esa zapatilla fuera de oro, beige, crema; y sin embargo no tiene ningún tipo de color. Uno se encuentra delante del milagro de la Virgen de Guadalupe a través de su portentosa imagen”, aseguró.