15 de julio de 2025
Ignacio y Simón Jurado nacieron en Londres hace 20 y 18 años, de padres argentinos y, durante los primeros días de julio, han recorrido 850 kilómetros en tándem —bicicleta para dos personas— hasta el santuario de Nuestra Señora de Schoenstatt con un mensaje de paz y esperanza. El mayor está estudiando Ingeniería Civil y el pequeño quiere ingresar a Arquitectura. Este verano tenían que cambiar de casa a finales de junio, pero no encontraron dónde quedarse. Así que decidieron emprender una aventura juntos que, además, tuviera un trasfondo espiritual. Eligieron viajar en una bicicleta tándem desde la capital británica a Dover. Allí tomaron el ferry hasta la costa francesa, en Dunquerque. Siguiendo por la costa belga pasaron por Ostende y Brujas y cruzaron la frontera holandesa: Rotterdam, La Haya, Leiden. Y desde ahí, viajaron hasta Alemania donde, camino del santuario, pasaron por Dusseldorf y Colonia. La devoción a la Virgen de Schoenstatt no les era ajena antes de esta aventura, pues, a lo largo de su infancia, una imagen peregrina de la Virgen pasaba con frecuencia por su casa y, junto a sus padres solían viajar en coche hasta el santuario. “Mis padres tienen un grupo y la Virgen va pasando de casa en casa y rezas con la Virgen, rezás el rosario. También se la van llevando a los que más la necesitan. Y eso lo hacíamos de muy chiquitos. Siempre, cuando venía, estábamos felices. Se queda por tres ías y después se va a otra casa”, relatan a ACI Prensa. El pasado viernes alcanzaron su meta, y tuvieron la fortuna de asistir a una Misa en español celebrada por un sacerdote compatriota argentino. Más allá de la aventura, que les llevó a esforzarse físicamente, superar dificultades y a lidiar con la intensa convivencia en un viaje de estas características, Ignacio y Simón han querido llevar un mensaje de esperanza que han difundido a través de sus redes sociales. “El mundo está lleno de tensiones, de guerra, por ejemplo en Irán, en Israel, en Palestina y también más cerca en Europa, en Ucrania, en Rusia. Así que un poco era llevar ese mensaje de paz y esperanza al mundo y contándole a la gente que nos sigue por las redes de nuestro camino, lo que íbamos haciendo. También mandando mensajes de esperanza”, explican a ACI Prensa. Este mensaje de esperanza es especialmente relevante en este Año Jubilar: “La esperanza, todos la necesitamos para ir al cielo”, subrayan. Ignacio y Simón han orado cada noche por estas intenciones, al igual que hacen en familia, y también en las iglesias que han ido visitando a lo largo de su recorrido. En algunas de ellas, han encontrado acogida y refugio, siguiendo el consejo de su padre. Así les sucedió en Dunkerque, cuando se les hizo de noche antes de lo previsto. “Eran como las diez de la noche y no habíamos encontrado nada. Y justo por casualidad pasamos por una iglesia y estaban teniendo un festejo, ¿no? Sí, era un festejo de cumpleaños de un chico. Y había gente en la casa parroquial ahí en el hall. Y ahí les preguntamos si tenían algún lugar donde podríamos quedarnos. Y providencialmente en frente de la casa parroquial había un jardincito. Y nos dejaron ahí que podíamos poner la carpa”. En un momento pensaron incluso en alargar el viaje para llegar a Roma y sumarse al Jubileo de los Jóvenes, pero de momento esa idea quedó descartada —al menos la de llegar en bicicleta—, aunque no descartan asistir junto a sus padres. Por ahora, se quedarán unos días cerca del Santuario de Schoenstatt para realizar algún voluntariado, como ya hicieron en en Santiago del Estero, Argentina, tiempo atrás.
“Me he acercado más a Dios”
El camino recorrido también les ha servido para crecer en la fe. “Me he acercado más a la fe, más a Dios. Porque, en el camino, lo encuentras en el silencio, en los paisajes, en lo que ha creado Dios. Y con eso vas meditando un poco”, reconoce Ignacio. “En este mundo lleno de ruidos está bueno separarse un poco y aislarse un poco para tener más silencio. Estar más ahí con Dios”, añade.