27 de septiembre de 2023
El Santo Padre se reunió virtualmente, este martes 26 de septiembre por la tarde, con estudiantes del sur de Asia en la tercera iniciativa de los encuentros sinodales promovidos por la Pontificia Comisión para América Latina en colaboración con la Universidad Loyola de Chicago.

Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano

El Papa Francisco se demostró feliz de compartir, este martes 26 de septiembre, un encuentro con los jóvenes universitarios del sur de Asia a través de la plataforma Zoom. Lo expresó el mismo Santo Padre en sus palabras de apertura y se refirió a la importancia de construir puentes, que es “un trabajo artesanal”. Pidió no levantar barreras, porque estas separan; en cambio, los puentes unen.

En su introducción a esta nueva edición de los espacios sinodales de la Pontificia Comisión para América Latina y la Universidad Loyola de Chicago, el Obispo de Roma también recordó que “los cristianos conservamos nuestro modo de ser, nuestra nacionalidad, nuestra cultura y enriquecemos nuestra fraternidad cristiana”. “Encontrarnos es una cultura, encontrarnos, así como somos”, auguró y deseó que sea un buen diálogo.

El Pontífice argentino destacó la pertinencia de combinar los lenguajes del pensamiento, del corazón y de las manos. “Esto te lleva la armonía, la armonía no es uniformidad, es belleza de las diferencias”, dijo. Y valoró que en Oriente existe la capacidad de encontrar belleza en las diferencias. Por tanto, los invitó a no renunciar a esto y a no caer en la tentación de conceptualizar todo.

Francisco contó que, cuando era estudiante, le gustaba escribir poemas que hoy lee y le dan vergüenza. En este sentido, alentó a los chicos y chicas a hacer poesía, pues a través de ella serán creativos, y no solo poesía por escrito, sino poesía en la vida en general, a ser poetas. “Cada uno de nosotros es una poesía, es una vida que está expresándose en la belleza”, añadió.

No a las ideologías

Respondiendo a las preguntas de los estudiantes, el Papa reiteró su advertencia a tener miedo a las ideologías porque reducen las cosas y alertó respecto de un peligro de la comunicación mediática, que es la transmisión de “verdades a medias”. Por tal motivo, les instó a ser fieles a los hechos.

“A veces hay medios de comunicación que tienen muchos clientes porque siempre son capaces de instrumentalizar mal las malas noticias, y eso es todo el comercio de las fake news, esas noticias que no construyen y que engendran monstruos”.  En este contexto, les recomendó pensar comunicar con estilo propio.

Construir consensos

Francisco consideró que la verdadera democracia se llega a los acuerdos y elogió el camino del “acuerdismo”, es decir, de la tendencia de encontrar puntos en común a pesar de las divergencias. “Busquemos juntos qué acuerdo podemos hacer”, manifestó. Una vez más, como ha hecho en otras alocuciones públicas de su Pontificado, reconoció que todos tenemos pensamientos distintos y raíces diferentes, pero que es importante ver qué alianza se puede tejer para avanzar. “Es la mística de la mano tendida, siempre van a ir adelante”, afirmó, subrayando la necesidad de extraer los aspectos positivos de cada ser humano.

“Cada uno de nosotros tiene que expresarse como es. Si vos te expresás como sos, sos un diamante en bruto, tenés una gran riqueza”, aseguró. Por consiguiente, les sugirió que sean diamantes en bruto y se dejen “trabajar”, “pulir” por el diálogo, la discusión en común y les encomendó no transformarse en “piedras de vidrio”. “Ser diamante cuesta, pero es muy lindo”, sostuvo y repitió que cada uno de nosotros tiene una riqueza para transmitir.

No descuidar las raíces

Otro de los temas del coloquio fue la relevancia de respetar y mantener la propia identidad, un asunto muy querido por el Papa Francisco, quien confió una experiencia personal: “Mi papá era migrante, pero siempre los abuelos nos transmitían la cultura del norte de Italia”, o sea, de la tierra natal. Entonces, de chico, Bergoglio hablaba el dialecto de sus abuelos, escuchaba sus canciones, pero hacía su propio camino. En esta línea, el Pontífice incentivó a seguir el sendero de la diáspora, sin encerrarse.

“Olvidar las raíces es un gran pecado, un pecado existencial”, sentenció, acotando que una mujer o un hombre sin ellas es una persona artificial. “La raíz es lo que te da el aroma de tu personalidad”, insistió, encargándoles la tarea de no perder la conexión cultural e impulsándolos a seguir adelante, sin perder el coraje.

La educación 

Consultado sobre las dificultades en el acceso a la formación, el Papa reivindicó que la educación tiene que ser libre y gratuita pues todo individuo tiene el derecho a educarse y explicó que luego esto redundará en el bien que esa persona podrá aportar al país.

Asimismo, previno contra la mercantilización de la educación, apuntando que “esta es una de las cosas que se deben resolver”.

En cuanto a la autoestima, dijo que “es el primer paso que tiene que lograr el educador”, que el alumno se sienta digno, con posibilidades de hablar y proponer su punto de vista.

Reflexionando sobre los sistemas de becas, consideró que deben ser revisados, estudiados y promovidos por los Estados.

“Sigan trabajando con la autoestima, no pierdan el tiempo en ideas raras, luchen por las personas, escápenle a la ideología”.

El testimonio

Entre las múltiples intervenciones que escuchó Francisco, el leitmotiv, según el propio Pontífice, fue la conciencia de ser un grupo, de tener miedo, de la persecución, de vivir en una sociedad sectaria que nos empuja hacia la confesión de nuestra fe de tipo martirial. En este punto, recordó el martirio de la católica pakistaní Asia Bibi: “Nueve años en la cárcel por inocente. Esa mujer, sin culpa, tuvo que padecer esto, víctima de un fanatismo, de un fanatismo que nace del miedo, que nace de que ‘no nos vengan a cambiar tradiciones’ y crea la discriminación”.

“La discriminación es antifraternal”, puntualizó. A continuación, aludió a la raíz de la intolerancia, que, a su juicio, es el reduccionismo de los valores humanos a las ideas: “Solo valen las ideas, el corazón no vale, la amistad social no vale, solo las ideas, y con las ideas, aquel que no piensa como yo lo transformo en reo, en culpable, en mártir”.

Francisco retomó el comentario de una de las estudiantes cuando esta señaló que “Dios tenía un plan para mí”. “Frente a esa laicidad, a veces de mala voluntad, lo único que vale es el testimonio”, precisó la urgencia de tener audacia y fe.

Al admitir que no siempre son aceptados como cristianos en ciertas sociedades, el Obispo de Roma los llamó a seguir trabajando en el camino de la fraternidad: “Ustedes no son ni blasfemos ni drogadictos ni alcohólicos, son soñadores, soñar que se puede vivir con puntos de vista diversos, pero con la mano tendida, la mano que no sea paralítica”.

“Tú piensas así, yo pienso así, pero somos hermanos y eso hace crecer a todos”, comentó y expresó su gratitud: “Realmente ustedes me tocan el corazón con el testimonio cristiano que están dando, gracias, muchas gracias”.