06 de octubre de 2025
Con fe, sacrificio y gratitud, la comunidad ariqueña volvió a reencontrarse en la Quebrada de Livilcar para honrar a la Virgen del Rosario de Las Peñas, en una peregrinación que este año estuvo marcada por momentos de profunda devoción y un emotivo gesto de Carabineros hacia la querida “Chinita”. Como cada año, este primer fin de semana de octubre, la comunidad cristiana se reunió para celebrar una de las festividades religiosas más importantes y también, una de las más exigentes de Latinoamérica: la Fiesta de la Virgen del Rosario de Las Peñas.
Cientos de fieles, provenientes de distintos puntos de Arica, de Chile, como también de países vecinos como Perú y Bolivia se congregaron para emprender el desafiante trayecto por la quebrada de Livilcar, guiados por una fe inquebrantable hacia la querida «Chinita». Entre cerros, rocas y caminos empinados, el sacrificio físico y espiritual de los peregrinos se convirtió en una expresión de amor profundo y devoción sincera. Algunos caminaron para agradecer por los favores recibidos; otros, para cumplir promesas hechas en el silencio del corazón.
La celebración comenzó el día jueves 3 de octubre con la primera ceremonia guiada por el Obispo de la Diocesis de San Marcos de Arica, Monseñor Moisés Atisha, quien tradicionalmente realiza la petición al Cristo Redentor, para continuar con y la posterior apertura del santuario, marcando así el inicio de una nueva jornada de fe.
Este año, la festividad vivió un momento especialmente emotivo, ya que el sábado 4 de octubre, durante la tradicional Eucaristía del Cuerpo de Alférez, celebrada en el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Las Peñas, la imagen de la Virgen fue condecorada por Carabineros de Chile con la medalla “Alguacil Mayor Juan Gómez de Almagro”, en el grado de Alguacil.
La ceremonia fue presidida por Monseñor Atisha, quien, acompañado de sacerdotes y ante cientos de peregrinos y bailes religiosos, destacó el valor de la fe peregrina como un camino de esperanza y renovación del corazón, donde expresó, “No venimos solo a repetir una rutina, sino a renovar el corazón… Coloquemos ese ánimo que el Señor nos invita a tener como brújula de nuestra historia”.
La distinción fue entregada en representación del General Director de Carabineros, Marcelo Araya Zapata, por el Jefe de Zona Subrogante, Coronel Julio Alvear Lillo. El gesto, impulsado por el ex Jefe de Zona General Pedro Álvarez, fue recibido con gran emoción por la comunidad, que expresó su gratitud con aplausos y oraciones.
Sin embargo, la celebración no terminó ahí, ya que esa misma jornada, en lo alto de la quebrada, se celebró la Eucaristía de las Vísperas, espacio de profundo recogimiento donde la palabra de Dios nos invitó a la confianza, a través de la figura de San José y su silencioso diálogo con el Señor, en donde Monseñor nos recuerda que «Somos peregrinos incluso cuando dormimos, y peregrinar también tiene de temor, de duda, de incertidumbre. Es allí donde Dios llena ese espacio con su paz…»
Durante esta homilía, el Obispo recordó que nadie camina solo, sino que lo hace de la mano de Dios y acompañado por la Virgen, la mujer de la confianza, momento en que invitó a los presentes a guardar un momento de silencio y a cerrar los ojos para escuchar a Dios en el silencio de esa noche.
Como cada año se comprueba, la Fiesta de Las Peñas no es solo un evento religioso, es una vivencia que marca profundamente a quienes participan, desde aquellos que por primera vez suben la quebrada, hasta los que llevan décadas caminando por fe, reconociendo en esta experiencia, un acto de amor, sacrificio y confianza.
De esta manera, al concluir la celebración, Monseñor Atisha señaló que la comunidad ariqueña y peregrina regresa a sus hogares con el corazón lleno de gratitud y alegría, sabiendo que, en este tiempo jubilar, hemos caminado en presencia del Señor. Porque cuando se peregrina con fe, el camino mismo se transforma en bendición.
