Un 29 de abril, pero de 1945, las tropas estadounidenses liberaron el campo de concentración de Dachau, al sur de Alemania. En medio del horror que el nazismo implantó mediante estos lugares de tortura, Dachau tiene un lugar especial en la memoria católica: allí miles de sacerdotes perdieron la vida.
En Dachau, los esbirros de la Schutzstaffel (SS) [la organización paramilitar de seguridad nazi], hacían todo lo posible por deshumanizar a los prisioneros, especialmente a los religiosos.
Uno de estos reclusos fue Ignacio Cruchaga, de los Hermanos de La Salle, que según la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) habría sido “con toda probabilidad, el único religioso español prisionero en los campos de concentración de la Alemania Nazi”.