18 de agosto de 2025
Hace dos semanas, un millón de jóvenes regresaron a sus países tras participar en el Jubileo de los Jóvenes, una experiencia que, sin duda, dejó una huella profunda en su vida de fe. Ahora, más allá de lo vivido en Roma, les queda una misión: llevar ese mensaje y testimonio a sus hogares. En los días previos a este tan esperado evento, el Papa León XIV exhortó a los jóvenes a que “todo lo que vivan durante estas jornadas lo conserven siempre en sus corazones, pero que no lo guarden sólo para ustedes. Eso es muy importante: lo que van a experimentar aquí, que no sea sólo para uno mismo”.
Ser ejemplo del amor de Jesucristo
Sobre este llamamiento reflexionó Marta Zambrano, española de 25 años que participó como voluntaria en el Jubileo. En declaraciones a ACI Prensa, asegura que quienes “hemos tenido la suerte de poder vivir el Jubileo tenemos una misión muy importante”. La joven, originaria de Cádiz, tiene clara esa misión: “Ser testigos de la fe y transmitir las enseñanzas de todo lo que hemos aprendido, tanto los testimonios, catequesis, homilías del Santo Padre… Incluso de nuestra propia experiencia o encuentro con Jesucristo”. Para Marta, la mejor manera de transmitir todo lo vivido es “dando ejemplo con nuestra actitud y siendo reflejo del amor que Jesucristo derramó por nosotros”. “Que seamos capaces de darnos a los demás como lo hizo Él, con una entrega sin límites”, indica la joven con firmeza. En particular, destaca la necesidad de que los demás “vean en nosotros esa alegría y ese sabernos amados por Cristo, que nos diferencia del resto de las personas de este mundo, que tanto nos arrastra contracorriente”. Zambrano espera que, con esa luz y alegría transmitidas, las personas de su alrededor puedan decir: “Yo también quiero eso en mi vida”. De esta manera, asegura Marta, se podrá “acercar al mundo al camino de la verdad y la vida, de la plenitud y la verdadera felicidad y paz del corazón, que es Jesucristo”.
Una mirada más limpia y esperanzadora
Claudia Arrieta, madrileña de 29 años, asegura que la mejor forma de dar testimonio es el ejemplo: “Cambiando nuestra manera de pensar, hablar, interactuar, trabajar y relacionarnos con los demás en nuestro día a día. Que nuestro alrededor vea un cambio en nosotros, que se cuestionen por qué tenemos esa manera de ser con los demás”. “La mejor manera de contar al mundo lo vivido en Roma este verano es que cada uno de los peregrinos que acudieron al encuentro con el Papa volvamos a nuestras vidas con una mirada más limpia y esperanzadora”, agrega. También expresó a ACI Prensa su deseo de que las palabras que el Papa León XIV dirigió a los jóvenes, invitándoles a buscar la santidad, sea “un mensaje que viene directamente de Dios para los hombres”. “El Papa —añadió la joven española—, es un instrumento del que se sirve Dios para decirnos a todos que seamos santos en nuestras relaciones”. También reveló que uno de los regalos que daban en el “kit” del peregrino era un Rosario. “Desde que volví, veo a personas con el Rosario del Jubileo por la calle, en un restaurante, en el súper, en Misa”, destacó.
Oración y discernimiento para “aterrizar” lo vivido
María Fernanda de Luna Martínez, mexicana de 34 años, viajó a Roma junto a 48 jóvenes de diferentes partes de México. Para ella, transmitir lo vivido en Roma “es una responsabilidad y un deber muy grande”. De Luna, quien trabaja en el departamento de comunicación social de los salesianos en México, una experiencia como esta genera “muchas emociones y sentimientos que tardan en aterrizar”. Cuando los jóvenes vuelven a sus hogares, afirma, en ocasiones “llegan acelerados y queriéndose comer el mundo”. Por ello, aconsejó el “discernimiento, la oración, el acompañamiento y la comunidad”, para que no se olvide pronto lo experimentado y no caer en el desánimo. En este contexto, precisó que es importante hacerse tres preguntas: “¿Qué movió en mí el Jubileo?, ¿qué fue lo que más me impactó?, ¿qué quiere Dios de mí con esto?”. Las respuestas, afirma, “pueden ir dando luz de por dónde empezar”, e indicó que se debe comenzar en casa, con los amigos y la comunidad. “Que nuestro compromiso sea llevar a alguien más a un próximo evento, como la JMJ de Seúl en el 2027, para que esa persona también sea testigo de que la Iglesia está viva y que sí hay jóvenes en ella, enamorados de Jesús”, concluyó.