05 de septiembre de 2025
Timothée Croux es un joven seminarista de la diócesis francesa de Meaux, en la región de Île-de-France (Francia). Tiene tan solo 23 años, pero una clarividencia vital que abruma. En su proceso de discernimiento vocacional ha sido determinante la figura de Pier Giorgio Frassati, a quien descubrió gracias a los scouts y con quien dice compartir muchas afinidades personales. “Profundicé en su figura durante el año de propedéutico, antes de entrar en el seminario. Descubrí que en su biografía había muchas cosas que se parecían a mí. Por ejemplo, a los dos nos apasiona la montaña”, relata.“Ambos buscamos una vocación auténtica. Aunque al final él decidió no hacerse sacerdote para estar más cerca de los pobres y servir en las minas, estudiando ingeniería para poder ayudar mejor a los mineros”, señala en declaraciones a ACI Prensa.
Un aventurero intrépido con un gran apetito por la vida Según detalla, en los scouts franceses se valora mucho a este joven turinés, que será canonizado este domingo junto a Carlo Acutis, “porque era un aventurero con un verdadero apetito por la vida y es un gran modelo”. Actualmente, Croux realiza sus estudios eclesiásticos en el Pontificio seminario francés de Roma, donde continúa su preparación hacia el sacerdocio. En colaboración con el sacerdote belga Emmanuel de Ruyver, ha publicado en Francia e Italia el libro El mundo de las altas bienaventuranzas, una biografía espiritual de Pier Giorgio Frassati pensada especialmente para jóvenes y estudiantes. “Tiene una parte biográfica con muchas historias de Frassati. Y al final de cada capítulo, una meditación sobre una bienaventuranza, preguntas para reflexionar sobre la vida, la caridad, el afecto, un fragmento del Evangelio y una pequeña oración”, describe. El objetivo es poder acompañar de forma sencilla la vida espiritual de las nuevas generaciones. “Al conocerle mejor podemos dar a los jóvenes el deseo de la santidad. Ser santo era para él una búsqueda de cada día. Frassati no era sacerdote y no murió mártir. Pero desde su más tierna infancia se esforzó por vivir el Evangelio con coherencia y con una libertad desconcertante”, subraya. Además, Croux mantiene un contacto cercano con la familia de Frassati, en particular con Wanda Gawronska, sobrina del beato, quien escribió el prefacio del libro y estará presente durante la canonización del domingo.
Murió joven como Acutis El joven turinés contrajo una poliomielitis fulminante mientras visitaba a los pobres en sus casas, lo que lo llevó a la muerte en una semana. Una muerte prematura, característica que comparte con Acutis, quien falleció de leucemia a los 15 años. “Los jóvenes pueden pensar que hay que morir joven para ser santo, pero no es cierto. Lo importante es vivir la fidelidad, la caridad y la esperanza durante toda la vida”, enfatiza. Los últimos y más vulnerables siempre tuvieron un lugar privilegiado en su corazón. Cuando era apenas un niño, al ver a una madre pobre y a su hijo descalzo que llamaban a la puerta de los Frassati, les dio sus zapatos, pidiéndoles que se marcharan rápido antes de que los suyos lo descubrieran. Y hasta poco antes de su muerte se ocupó de hacer llegar dinero o medicinas a los más frágiles. En todo caso, la fuerza de esta entrega no provenía de un concepto profundo de justicia sino que emanaba del propio Evangelio. “Decía que veía a través de ellos una luz que nosotros no tenemos: la luz de Cristo. Y lo entendió profundamente, como en Mateo 25: ‘si visitas a los pobres, a los presos, a los desnudos, soy yo a quien visitas’. Él lo había comprendido. Por eso nos llama a no tener miedo de ir a las periferias y visitar a los más pobres”, reseña. La familia Frassati era muy rica. Su padre, Alfredo Frassati, fue senador, embajador y director del diario italiano La Stampa. El futuro santocreció en ese ambiente de la gran burguesía católica turinesa. Pero “se trataba de un catolicismo de convención, y no fueron sus padres quienes lo empujaron hacia los pobres. Ellos sólo descubrieron el alcance de su acción al morir, cuando miles de personas quisieron rendirle homenaje”, explica Croux.
Amor a los pobres, radicado en el Evangelio Su impulso hacia los pobres estaba sobre todo radicado en su amor por la Eucaristía. Otra característica que comparte con Acutis. A los 13 años obtuvo de su madre el permiso para ir a Misa todos los días. “Solía decir: ‘Jesús me visita cada día en la comunión, y yo le devuelvo esa visita humildemente yendo a ver a los pobres’. Había entendido que la Eucaristía era el sacramento de la caridad”, explica Croux. Su vida cotidiana, marcada por la fe, el servicio y la coherencia evangélica, lo convirtió —como dijo san Juan Pablo II, cuando todavía era cardenal en Cracovia en 1977– en “el hombre de las ocho bienaventuranzas”. “Vio en él un modelo de santidad completa, viviendo cada bienaventuranza de su corta vida”, explica el joven seminarista. Recibió una educación estricta. No fue un gran estudiante y su padre fue muy severo con él, esperando que heredase la dirección de La Stampa. Sin embargo, Pier Giorgio orientó su vida hacia el estudio de ingeniería para poder estar más cerca de las personas que trabajaban en condiciones terribles bajo tierra en las minas.
Paz y compromiso social Frassati fue un joven comprometido con la justicia social y con la paz. Hay un episodio poco conocido de su biografía que Croux cita en su libro: “En 1923, cuando el ejército francés ocupó la región del Ruhr, escribió en un periódico alemán un mensaje de apoyo a la juventud católica, porque le resultaba inadmisible que una fuerza extranjera invadiera un Estado soberano. También participó en un proyecto de estudiantes católicos que promovía la Pax Romana en Europa, convencido de que los cristianos tenían un papel esencial para instaurar una paz verdadera”. Otro rasgo esencial de su perfil fue la firmeza moral ante la amenaza totalitaria. Frassati estuvo vinculado al Partido Popular Italiano, inspirado por un sacerdote y basado en principios de democracia cristiana. Pero se apartó cuando el movimiento pactó con los fascistas en 1922. También renunció a un círculo de estudiantes católicos, el Cesare Balbo, tras descubrir que habían desplegado su estandarte en honor de Mussolini durante su visita a Turín. “Para Pier Giorgio, la política era un servicio, especialmente hacia los más pobres, y no podía aceptar un movimiento que exaltara la fuerza”, explica.
Un modelo luminoso para miles de jóvenes Su vida breve pero intensa explica que hoy, a cien años de distancia, Frassati siga interpelando a miles de jóvenes. Según Croux, el mensaje de Frassati a los jóvenes del siglo XXI se puede resumir en tres puntos: oración y caridad, amistad y búsqueda de la paz. “Él estableció un vínculo entre la Eucaristía diaria y la caridad hacia los más pobres. Cada mañana iba a Misa y luego visitaba a familias necesitadas, ofreciendo comida, ropa, una sonrisa”, concluye.
