En la declaración, Mons. Marcel Utembi Tapa, lamentó que la situación de seguridad haya venido “deteriorándose, especialmente en la parte oriental” del país, y alentó a que “se recite una oración especial por la paz al final de cada Misa”.

En su homilía del 24 de febrero, el Cardenal Ambongo relacionó la inseguridad en la RDC con el genocidio de Ruanda en 1994, en el que fueron asesinadas más de 800.000 personas. Durante la matanza, más de 2 millones fueron desplazados y obligados a buscar refugio en las fronteras del país. Se dice que algunas de las personas que llegaron a la RDC trajeron la guerra con ellas.

“Nuestras poblaciones, especialmente en el este del país, han estado viviendo una verdadera tragedia y tormento durante casi tres décadas”, sostuvo el Cardenal Ambongo, y recordó que “justo al comienzo de estos conflictos en agosto de 1994”, los obispos en la RDC habían “dado la voz de alarma”, alertando a los líderes del país y a la comunidad internacional de las posibles consecuencias.

El presidente del SECAM criticó además lo que describió como “ambiciones expansionistas” de los países vecinos de la RDC: “Con el tiempo, varias misiones y organizaciones han informado sobre las ambiciones expansionistas de ciertos países vecinos en el este, y el saqueo sistemático de las riquezas del subsuelo congoleño por parte de multinacionales”. El cardenal congoleño de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos también criticó la inacción de la comunidad internacional, señalando que el silencio equivale a “complicidad”.