25 de julio de 2025
Los enfrentamientos en la frontera entre Tailandia y Camboya han continuado hoy por segundo día consecutivo, con disparos de artillería por parte de las fuerzas armadas de ambos países. Se han registrado enfrentamientos en las provincias de Ubon Ratchathani y Surin, mientras que hay unos 140.000 desplazados internos que han huido de las zonas fronterizas en el lado tailandés, y 40.000 en el lado camboyano. La tensión se mantiene alta, con fronteras cerradas y relaciones diplomáticas deterioradas entre los dos países.
«En este conflicto, más allá de las disputas territoriales, pesan razones políticas y de poder. Hoy vemos cómo las redes sociales avivan el odio, la hostilidad y el nacionalismo, influyendo en la opinión pública de ambos países. Como comunidad católica, no estamos del lado de nadie, sino del lado del Papa», explica a la Agencia Fides el padre Paul Chatsirey Roeung, misionero tailandés en el Vicariato Apostólico de Phnom Penh.
El sacerdote, miembro de la Thai Mission Society y director nacional de las Obras Misionales Pontificias en Camboya, forma parte de un grupo de unos 12 misioneros tailandeses, entre religiosos y religiosas, que realizan su labor pastoral al otro lado de la frontera. «Como misioneros, estamos comprometidos con las parroquias, las escuelas y las obras sociales, y la gente nos conoce, por lo que no hemos experimentado hostilidad. Sin embargo, estamos preocupados por la escalada de los enfrentamientos y el creciente número de desplazados», afirma.
El misionero expone su análisis a la Agencia Fides: «La situación es compleja, pues se mezclan varios factores. Por un lado, está la vieja disputa territorial: ambos países utilizan mapas distintos para definir sus fronteras, que quedaron congeladas con la creación de una “zona libre” donde no se permite presencia militar. El famoso templo de Preah Vihear, reclamado durante décadas, fue asignado a Camboya en 1962 y su confirmada por la Corte Internacional de Justicia de La Haya»
El padre Paul Chatsirey continúa: «También hay intereses económicos en juego, como la explotación de los yacimientos de petróleo y gas en el golfo de Siam, y la cuestión de las “ciudades del fraude” y los casinos que proliferan en la frontera. Todo esto se conecta con las relaciones políticas y comerciales entre dos familias históricamente influyentes: la de los Hun en Camboya y la de los Shinawatra en Tailandia, que han liderado ambos países. Todos estos elementos alimentan el conflicto actual».
El misionero concluye: «Esperamos el fin de la hostilidad y la intervención de una mediación internacional. Como católicos, rezamos por la paz: en Camboya hemos sensibilizado a las comunidades parroquiales y a nuestros jóvenes. Queremos recordar las palabras de Juan XXIII y Juan Pablo II: la paz es el único camino y el único bien que deseamos y por el que nos comprometemos firmemente».
El padre Paul concluye: «Esperamos que se ponga fin a la violencia y que intervenga una mediación internacional. Como católicos, rezamos por la paz: en Camboya hemos sensibilizado a nuestras comunidades parroquiales y a los jóvenes, recordando las palabras de Juan XXIII y Juan Pablo II: la paz es el único camino y el mayor bien que deseamos, y por el que estamos comprometidos firmemente».