20 de agosto de 2025

El Papa León XIV dedicó su predicación en la Audiencia General de este miércoles sobre el perdón en medio de la traición, como una forma de amar hasta el final que “nunca es inútil” y que puede convertirse en una ocasión de salvación. Basado en el pasaje evangélico que narra el momento en el que el Señor afronta el inicio de la traición de Judas durante la Última Cena (San Juan 13, 1-5), el Pontífice continuó las  predicaciones enmarcada en el jubileo de la esperanza y dedicadas a la Pasión, tras revisar la vida pública de Jesús. Tras dirigirse en español en su primer saludo y bendición en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Papa explicó que el ofrecimiento del pan que hace Cristo a Judas “es el último intento del amor por no rendirse”. “Amar hasta el final: esta es la clave para comprender el corazón de Cristo. Un amor que no se detiene ante el rechazo, la decepción, ni siquiera la ingratitud”, señaló el Pontífice, quien detalló que “Jesús conoce la hora, pero no la sufre: la elige”, de tal modo que, a pesar de la traición, “la herida más dolorosa”, decide seguir amando “en lugar de retirarse, acusar, defenderse”. Esta forma de amar del Señor se realiza “no porque ignore lo que está sucediendo, sino precisamente porque lo ve con claridad. Ha comprendido que la libertad del otro, incluso cuando se extravía en el mal, todavía puede alcanzarse con la luz de un gesto manso. Porque sabe que el verdadero perdón no espera el arrepentimiento, sino que se ofrece primero, como un don gratuito, incluso antes de ser acogido”.

Dios hace todo para salvarnos León XIV prosiguió su catequesis explicando que el ofrecimiento a Judas Iscariote por parte del Señor nos revela que “ese bocado es nuestra salvación: porque nos dice que Dios lo hace todo, absolutamente todo, para llegar a nosotros, incluso en el momento en que lo rechazamos”.  De esta manera, “el perdón se revela en toda su potencia y manifiesta el rostro concreto de la esperanza. No es olvido, no es debilidad. Es la capacidad de dejar libre al otro, amándolo hasta el final”. Esto no supone negar la verdad del dolor, pero, subrayó “no permite que el mal sea la última palabra”.

Que el rencor no decida el futuro El Pontífice reflexionó igualmente sobre “cuántas relaciones se rompen, cuántas historias se complican, cuántas palabras no dichas quedan en el aire”, a pesar de lo cual “siempre hay una manera de seguir amando, incluso cuando todo parece irremediablemente comprometido”.  “Perdonar no significa negar el mal, sino impedir que genere más mal. No es decir que no haya pasado nada, sino hacer todo lo posible para que no sea el rencor el que decida el futuro”.  Inspirado por el gesto de Jesús con Judas en medio de la noche de Pascua, León XIV expuso que “una luz ya ha comenzado a brillar. Y brilla porque Cristo permanece fiel hasta el final, y así su amor es más fuerte que el odio”. Ante las noches del alma que todos podemos vivir a consecuencia de heridas y traiciones, el Papa alertó contra la tentación de “cerrarnos, protegernos, devolver el golpe” y animó a contemplar como “el Señor nos muestra la esperanza de que siempre hay otro camino”.  “Nos enseña que se puede ofrecer un bocado incluso a quien nos da la espalda. Que se puede responder con el silencio de la confianza. Y que se puede seguir adelante con dignidad, sin renunciar al amor”, añadió.

Amar significa dejar al otro libre incluso para traicionar Al final de su catequesis, León XIV animó a pedir “la gracia de saber perdonar, incluso cuando no nos sentimos comprendidos, incluso cuando nos sentimos abandonados. Porque es precisamente en esos momentos cuando el amor puede alcanzar su cima”. A este respecto, compartió que “amar significa dejar al otro libre —incluso para traicionar— sin dejar nunca de creer que incluso esa libertad, herida y perdida, puede ser arrancada del engaño de las tinieblas y devuelta a la luz del bien”.  “Cuando la luz del perdón logra filtrarse entre las grietas más profundas del corazón, comprendemos que nunca es inútil. Aunque el otro no lo acoja, aunque parezca vano, el perdón libera a quien lo ofrece: disuelve el resentimiento, devuelve la paz, nos devuelve a nosotros mismos”, añadió el Pontífice. Con el gesto de ofrecer el pan, Jesús “muestra que toda traición puede convertirse en una oportunidad de salvación, si se elige como espacio para un amor más grande. No cede ante el mal, sino que lo vence con el bien, impidiendo que apague lo que hay de más verdadero en nosotros: la capacidad de amar”, concluyó.

Más de una hora saludando a los peregrinos Tras el canto del Padrenuestro en latín, el Papa León XIV dedicó el resto de la mañana a a saludar a los numerosos grupos de peregrinos (hasta un total de 15.000) que tuvieron que ser ubicados en tres espacios diferentes ya que la Audiencia General no se celebró en la plaza de San Pedro debido al calor. Así, el Pontífice departió en primer lugar con los fieles dentro del aula Pablo VI por más de una hora, entre los que encontró equipos deportivos, comunidades religiosas, matrimonios, familias con bebés y un largo etcétera. Al salir, se dirigió a los congregados a la sombra en la plaza del Petriano, dentro del Vaticano, a los que impartió la bendición apostólica antes de adentrarse en la Basílica de San Pedro, donde el Pontífice recordó que «el perdón es señal muy grande del amor, del amor auténtico, y especialmente del amor de Dios para con todos nosotros». León XIV instó a pedir el perdón de Dios y a perdonarnos entre nosotros porque, subrayó, «construye la paz y hoy necesitamos más que nunca esa paz».