02 de agosto de 2025

Por Fabio Beretta

Nagasaki (Agencia Fides) – Los edificios fueron arrasados, los seres vivos resultaron desintegrados y miles de personas asesinadas en segundos como resultado de una energía tan devastadora que hoy sus sombras permanecen impresas en las paredes o el asfalto. En la terrible estela de destrucción causada por el lanzamiento de la bomba atómica sobre Nagasaki, hace exactamente 80 años, una de las dos campanas de la antigua Catedral de Urakami también quedó pulverizada.

Cuando se reconstruyó la iglesia, se dejó sin campana una de las torres como signo de aquella pérdida. Hasta hoy. En los últimos meses, varios católicos estadounidenses han recaudado fondos para reconstruir esa campana y la han donado a la Catedral. Monseñor Peter Michiaki Nakamura, arzobispo de Nagasaki, explica a la Agencia Fides que “esta nueva campana se instaló recientemente en el campanario vacío y sonará por primera vez a la misma hora en la que el 9 de agosto de 1945 explotó la bomba atómica en el cielo de Nagasaki”. Esa hora son las 11:04.

Para el arzobispo, su sonido “será un recordatorio de las víctimas y un llamamiento a la paz”. “El hecho de que la campana destruida por una bomba atómica fabricada y lanzada por Estados Unidos haya sido reconstruida y donada por ciudadanos estadounidenses, y acogida por la iglesia de Urakami, representa un signo concreto de perdón, reconciliación y esperanza”, apunta. En otras palabras, para el pastor de la comunidad de Nagasaki, esto “da testimonio de la posibilidad de caminar juntos hacia la realización de la paz en el mundo”.

Un año de esperanza

“Espero que, cada vez que suene esa campana, la gente recuerde estos acontecimientos y pueda comprometerse, con esperanza, a construir la paz. 2025, de hecho, es el año de la esperanza.

Y no solo por el Jubileo. “2025 marca el 80.º aniversario del fin de la guerra y del ataque atómico, y es una oportunidad para reflexionar una vez más sobre la importancia de prevenir el estallido de guerras, de rezar por el fin de los conflictos que actualmente se desarrollan en todo el planeta y de promover, no solo la abolición del uso de armas nucleares, sino también su producción y posesión”. “Mucha gente piensa que la guerra está mal”, añade el arzobispo, “pero al mismo tiempo, si Japón fuera atacado por una potencia extranjera, muchos creerían que responder con la guerra es inevitable. Por esta razón, es crucial comenzar ahora a construir lazos de cooperación y entendimiento mutuo, para que la guerra nunca tenga la menor posibilidad de estallar”. Con esto en mente, la diócesis de Nagasaki, junto con la diócesis de Hiroshima, ha iniciado una colaboración con las diócesis de Seattle y Santa Fe en Estados Unidos con el objetivo común de un mundo libre de armas nucleares. “Creo que es muy importante fomentar este tipo de relación y conexión con los demás”, comenta Nakamura.

Rearme y miedos

La Conferencia Episcopal Japonesa publicó recientemente un documento sobre la paz para conmemorar el octavo aniversario de la bomba atómica. El documento planteaba una pregunta: “El horror y la maldad de la guerra son evidentes para muchos, pero debemos aprender de la experiencia de hace 80 años y recordar que las ideas y los valores transmitidos en la vida cotidiana cambiaron la opinión pública y propiciaron conflictos. ¿Está Japón hoy verdaderamente en el camino hacia la paz?”.

Para el arzobispo de Nagasaki, “considerando la expansión armamentística y el sistema educativo actual en Japón, es difícil afirmar que el país esté realmente en el camino hacia la paz. La sociedad japonesa también es altamente competitiva, muchas veces está dominada por la búsqueda del lucro y un marcado materialismo. En una sociedad así, existe el riesgo de guerras basadas en la lucha y la conquista”.

La pregunta planteada por los obispos japoneses en el documento se deriva del reciente despliegue de sistemas de misiles en Okinawa y las islas Nansei con fines defensivos. “Incluso en la región de Kyushu, se están reforzando bases militares con fines defensivos”, especifica el arzobispo. Al ser preguntado sobre cómo reaccionan los jóvenes a este aumento de tropas asegura que “muchos jóvenes, no solo católicos, carecen de una verdadera comprensión de lo trágica e inhumana que es la guerra. Aunque la educación para la paz se imparte en las escuelas, es principalmente teórica o puramente factual. Recientemente se supo que el Ministerio de Defensa ha enviado a las escuelas folletos que explican de forma accesible la ‘necesidad y legitimidad de la defensa’”.

Para el arzobispo, la Iglesia “debe garantizar que la educación escolar no se vuelva, sin darnos cuenta, parcial y orientada a la preparación para la guerra, promoviendo la idea errónea de que la paz se puede lograr mediante la fuerza militar”. En este contexto, Nakamura señaló que “la Iglesia tiene el deber de testimoniar el amor, el perdón y la entrega a los demás, no solo con palabras, sino a través de un estilo de vida concreto”.

“Luchar” por la paz

Durante la Segunda Guerra Mundial, recuerda el arzobispo, “Japón también cometió actos crueles y despreciables contra otros países. Sin embargo, en aquel momento, ante esos horrores, la Iglesia católica japonesa no pudo expresar una oposición firme ni protestar. Una razón probablemente sea que, durante la guerra, a los cristianos se les llamaba ‘yaso’ (un término despectivo para los cristianos) y se les discriminaba por ser considerados ‘no patriotas’. Cualquiera que se opusiera al conflicto, incluso los no cristianos, era etiquetado así. A pesar de ello, creo que, incluso a riesgo de persecución, carecían del valor y la fuerza para clamar por la paz”.

“Hoy, sin embargo, la Conferencia Episcopal puede y debe difundir mensajes de paz. Y, por supuesto, rezar por la paz. Tras la visita de dos Papas a Japón, el pueblo japonés ha percibido con mayor profundidad el importante papel de la Iglesia en la promoción de la paz. Sostenida por el mensaje y el compromiso del Sucesor de Pedro, la Iglesia en Japón, nación golpeada por bombas atómicas, cree poder cumplir cada vez mejor con su deber como mensajera de paz”, añade.
(Agencia Fides, 2/8/2025)