01 de agosto de 2025

Se ha solicitado la apertura de la Causa de Canonización del misionero salesiano Gaetano Nicosia, originario de Sicilia y fallecido en Hong Kong a los 102 años. El anuncio fue realizado mediante edicto por el obispo de Macao, Sephen Lee Bun Sang, a petición del Postulador General, el padre Pierluigi Cameroni, tras la transferencia de jurisdicción de la diócesis de Hong Kong a la de Macao, y de la opinión favorable de los obispos y el Nulla Osta de la Santa Sede recibido el 21 de mayo de 2025. Como es habitual, el edicto se emitió para informar a la comunidad local sobre la solicitud de inicio del proceso de canonización para que todos los fieles puedan proporcionar a las autoridades eclesiásticas toda la información que posean, tanto favorable como desfavorable, sobre la fama de santidad del Siervo de Dios.
Nacido en San Giovanni la Punta, provincia de Catania, el 3 de abril de 1915, Gaetano Nicosia partió como misionero a China en 1935 tras asistir al Colegio Salesiano de Caltagirone. A los 16 años ya había decidido ser salesiano y continuó su formación en China, primero en Hong Kong y luego en Macao, donde fue ordenado sacerdote en 1946, en la capilla del Seminario de São José. En el seminario, estudió con trece compañeros de distintos países del mundo. Algunos de ellos murieron en prisión durante la persecución comunista en China.
Tras 17 años de trabajo en obras salesianas al servicio de jóvenes y fieles en Macao, Hong Kong y China continental, en agosto de 1963 llegó una petición inesperada: el obispo de Macao pidió a los salesianos que atendieran la leprosería de Ka Ho. Nadie, ni siquiera los médicos asignados por el gobierno, se atrevía a ir a la aldea aislada, accesible solo en barco. Entusiasmado, Gaetano Nicosia se propuso atender a las personas que vivían en una zona remota de la isla de Coloane. Se encontró con una leprosería ruinosa, tan abandonada que muchos se suicidaban saltando de un acantilado. Con la llegada del misionero, el lugar se transformó: se renovaron las casas, se construyó un depósito de agua potable y se instaló una dinamo para producir energía (que también utilizaba una aldea cercana). También se fundó una pequeña granja con cerdos, gallinas y un huerto. Quienes podían trabajar ayudaban con los cultivos o el ganado, fabricando ladrillos y manteniendo casas, caminos y jardines. Muchos leprosos, gracias a las atenciones y cuidados recibidos, se llegaban a curar por completo. En pocos años, el misionero salesiano, sin dejarse intimidar por el miedo al contagio, les devolvió la dignidad.
El propio misionero recordaba en sus últimos años de vida que en el Colegio Caltagirone, al que asistió cuando era niño, había revistas misioneras. Una de ellas mostraba la foto de un leproso. No soportaba mirarla, pero luego pensó: “¡Es alguien como yo! ¡Jesús, perdóname!”. Vivió allí 48 años seguidos, de 1963 a 2011, ayudando a muchos a superar el estigma que los afectaba y a reincorporarse en la sociedad.
Entre sus muchas obras de caridad, se encuentra la construcción de una escuela y un hospital para personas con discapacidad, también en Macao. Hace unos años, conoció al papa Francisco. El cardenal Joseph Zen lo acompañaba en su silla de ruedas. Tras un accidente en 2010, fue hospitalizado en Hong Kong, y era asistido especialmente por las Hermanitas de los Pobres del Hogar Santa María, donde falleció el 6 de noviembre de 2017. El obispo de Macao también informó sobre el edicto para la apertura de la Causa a las diócesis de Hong Kong, Catania y al Patriarcado de Lisboa.