31 de julio de 2025

Evangelio según san Mateo 13,47-53 En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?» Ellos le responden: «Sí». Él les dijo: «Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo». Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

Comentario del Evangelio:

«Hizo todo ajustándose a lo que el Señor le había mandado» El texto de la primera lectura está situado al final del libro del Éxodo en el cual se va repitiendo la fórmula. “como el Señor había mandado a Moisés” (40, 19.23.25.27.29.32). Con ella, el hagiógrafo señala como Moisés ha realizado todas las ordenes que el Señor le ha mandado sobre la construcción del santuario. El libro finaliza señalando cómo la nube y la gloria del Señor (signos de la presencia de Dios) se sitúan sobre el santuario: la nube cubre la tienda del encuentro y la gloria del Señor llena la morada, hasta tal punto que ni siquiera Moisés puede entrar. Los últimos versículos apuntan ya a lo que vendrá a continuación en el libro de los Números: la marcha por el desierto desde el Sinaí hasta la estepa de Moab. El pueblo se pondrá en marcha o se parará según las indicaciones de la “Nube” (Nm 9,15-23). El Señor irá guiando al pueblo por el desierto, y para que sea visible en todos los momentos de la jornada, de día lo hará como nube, y de noche como columna de fuego (Ex 13,21-22). Dios busca la manera de hacerse visible para el pueblo en su itinerario por el desierto. ¿Soy capaz de descubrir la presencia del Señor que va conduciendo mi Historia de la salvación?

«El Reino de los cielos se parece a…» El evangelio de hoy nos narra tres secciones: una parábola, la conclusión del discurso parabólico de Mateo, y la firma del autor del Evangelio. Jesús nunca define qué es el Reino, pero lo presenta con parábolas y con signos. Una parábola es una comparación a través de una narración con un fin didáctico. Se compara una realidad que no es fácil de explicar con palabras, con otra sencilla muy conocida para la gente. Generalmente, además de enseñar algo, la parábola invita a replantear una postura o una actitud. En este caso se nos propone la parábola de la red inspirada en el hecho cotidiano y muy conocido para los oyentes de un pescador que echa la red y coge todo tipo de pescado. Sólo al llegar a la orilla hace una selección entre peces comestibles y no comestibles (cf. Lv 11,9-12). La parábola invita a no hacer juicios precipitados ante las personas, tener paciencia incluso con aquellos no demasiado edificantes en la comunidad cristiana, pues el juicio final y definitivo está reservado exclusivamente a Dios. La segunda parte del texto de hoy, la conclusión del discurso parabólico, está dirigida a los discípulos. Ellos en contraste con la gente, son aquellos que han comprendido las palabras de Jesús, tal vez porque su disposición interior está preparada para ello (cf.13,34-35). ¿Nosotros, discípulos de Jesús vamos abriendo nuestro corazón y nuestra mente al mensaje de Jesús para entenderlo? Para finalizar tenemos la firma del autor del evangelio mostrando que él es un escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los cielos, y actúa como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo, es decir, su manera de redactar el evangelio es a partir del Antiguo Testamento, lo antiguo; y la reinterpretación de Jesús de la Ley de Moisés y sus nuevas enseñanzas, lo nuevo.

FELIZ Y BENDECIDO DIA JUEVES Y CON LA GRACIA DE DIOS, VAMOS QUE SE PUEDE!!!